Por Judith Ghashghaie
Raining day, con martini en mano podría leer “La lírica del crápula”; ver programa de Jaime Bayle; ser voluntaria en el Mount Sana-Ay o hacerse la Mangüela. Pero no, ella se siente deprimida.
Chico de once años, vestido como enano, en vez de fumar porro o ingeniárselas como los otros para ver alcachofas a las de la escuela, toca insistentemente timbre. Mujer con dificultad baja de silla; camina con desgano, abre puerta. Niño, da papel doblado; ella lee, llora, sonríe. Ambos se abrazan, se van a la calle tomados de las manos.
Pareja con semejante tiempo puede agarra pulmonía; ser victimas de sádicos y asesinos. Toca a mi puerta para traer esa expresión de idiotas felices y el mismo folletito.
Voy a llamar a Florida Children and Families Department para denunciar al progenitor de quien interrumpió el segundo suicidio en el vecindario.
ESTA SEMANA EN LABERINTO, MILENIO
Hace 13 años
Judith, tu inmaginacion no cesa de sorprenderme, esta buenisimo.
ResponderEliminarCarinos,
Adita
No me gustaría que después de un martini y de leer la Lirica del crápula...alguien se suicidara
ResponderEliminarUn beso
Eduard
El cuento sugiere todo lo contrario: el martini y La Lírica del Crápula prevendrían el suicidio.
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