Por Judith Ghashghaie
Raining day, con martini en mano podría leer “La lírica del crápula”; ver programa de Jaime Bayle; ser voluntaria en el Mount Sana-Ay o hacerse la Mangüela. Pero no, ella se siente deprimida.
Chico de once años, vestido como enano, en vez de fumar porro o ingeniárselas como los otros para ver alcachofas a las de la escuela, toca insistentemente timbre. Mujer con dificultad baja de silla; camina con desgano, abre puerta. Niño, da papel doblado; ella lee, llora, sonríe. Ambos se abrazan, se van a la calle tomados de las manos.
Pareja con semejante tiempo puede agarra pulmonía; ser victimas de sádicos y asesinos. Toca a mi puerta para traer esa expresión de idiotas felices y el mismo folletito.
Voy a llamar a Florida Children and Families Department para denunciar al progenitor de quien interrumpió el segundo suicidio en el vecindario.
ESTA SEMANA EN LABERINTO, MILENIO
Hace 13 años