En ocasiones, leer poesía contemporánea nos brinda grandes satisfacciones. Una de ellas es descubrir el cosmos poético que nos propone este destacado autor chileno, residente desde hace años en
Su libro “Como en las películas” lo muestra
dotado de un singular estilo, de sabor marcadamente agridulce: en él se
conjugan la ternura y el sarcasmo, la ironía y el amor, con una mirada arrojada
sobre el mundo actual con tanta ferocidad como ansias de acceder al
conocimiento de la realidad última de las cosas, para después plasmarla en
versos que volverán, una y otra vez, a la memoria de quienes accedemos a ellos.
Es que Salas Astorga ha encontrado el modo de desplegar una variada polisemia
en cada trabajo, cuyas resonancias se empalman con los núcleos de sentido del
anterior y el siguiente, vertebrando el conjunto de un modo tan compacto que es
imposible restarle un ladrillo solo a su impecable construcción sin que merme
esa totalidad que surge ante nosotros.
No se trata de simple oficio, que Astorga lo tiene y mucho; es preciso para
ello estar dotado de una alta sensibilidad y un excelente manejo del
castellano. Manejo que llega a renovar las viejas, usadas palabras, de modo tal
que surjan en combinaciones nuevas. Rejuvenecedor de formas y sentidos, Salas
Astorga no practica una “poesía pura” en el mal sentido de la expresión, sino
que sabe teñir de ineludible humanidad cada poema. Así como Caravaggio nos
enseñó que lo sublime puede encarnar en
una piel enferma y unos miembros no simétricos, de modo similar el poeta
chileno nos muestra que lo imperfecto del amor, lo incompleto del deseo, la
condición trunca del sentimiento o de la idea, cuanto alberga su calidad de ser
y contiene también su negación, es uno de los factores primordiales que revelan
la belleza que equivale a una de las formas de la verdad, como John Keats lo
expresó en su momento, aunque por Astorga visto desde un enfoque presente. Un
poeta para recordar, a la hora de elegir genuinas obras del género.
Luis Benítez
ASI
ESCRIBE DIONISIO SALAS ASTORGA
Esta mujer nos vence
usando su mirada de bandera/ sabemos
que no podremos con su boca
sus esquinas no nos darán amparo
sus pliegues
son tan ásperos como una pesadilla de la siesta
esta mujer nos vence
arquea sus piernas para espantarnos/ sabe
el tiempo es una burla que ondea en nuestros ojos
no sumamos ahora un hombre
con todos los hombres que hemos sido
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Prometieron no repetir
esquivar las veredas
como si estuvieran salpicadas de sangre
no doblar las esquinas
no contestar la voz de los muertos
penando en el teléfono
huir de las sombras/de los árboles
no conocer sus nombres
prometieron no escalar la piel con sus dedos
no ungir las manos en la escama del espejo
que eran ahora sus ojos
prometieron sacar las palabras de una orilla
de un lenguaje pronunciado antes del mundo
que ya eran
(de los
libros que los habían escrito)
prometieron imaginar una casa que los habitara
crucificarse en sus ventanas cerradas
una casa que fuera blanda y tibia una lengua
de sábanas limpias que los lamiera
como una mascota al entrar
en sus secretos
quemaron la escuadra de sus ropas
en cuatro cajas donaron
su vida
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MUy bellas imagenes, que como pintora, puedo apreciar y valorar
ResponderEliminarMe encuentro, casi 7 años después, con este comentario del gran poeta Benítez y el tuyo, Ana Kika. Gracias y perdón por no haberte hecho una señal antes. Son los tiempos del arte, inevitable, al parecer. Y el desencuentro.
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