Nuevos versos y canciones, de Arthur Rimbaud; una serie de poemas del autor --escritos hacia 1872-- traducidos por el ensayista argentino Juan Arabia.
Se trata de un trabajo, que incluyó la visita misma a Charleville (en octubre de 2014), lugar donde nació y vivió su adolescencia el autor.
Queremos compartir con nuestros lectores al menos dos poemas del libro, no sólo para divulgar su trabajo, sino esta reciente traducción, por cierto, adaptada al tiempo que nos constituye.
Arthur RIMBAUD, Nuevos Versos y Canciones.
Traducción, Notas y Prólogo de Juan
Arabia
– Editorial Buenos Aires Poetry, 2015.
Diseño Editorial: Doppelgänger.
110 páginas
Lágrima
Lejos de pájaros, rebaños y campesinos,
Yo bebía, acurrucado en un brezal,
Rodeado de suaves bosques de avellana,
Entre la verde y tibia niebla de la tarde.
¿Qué podía yo beber en este joven Oise[1],
Olmos sin voz, hierba sin flores, cielo
nublado?
¿Qué sacaba de la cantimplora de colocasia[2]?
Cierto licor de oro, ardiente y que hace sudar.
Así, yo hubiera sido un pésimo cartel para una
posada.
Después la tormenta cambió el cielo, hasta el
anochecer.
Eran países negros, lagos, percas,
Columnas bajo la noche azul, estaciones.
El agua de los bosques se perdía en arenas
vírgenes.
El viento, del cielo, lanzaba estalactitas
sobre los charcos…
¡Y, como un pescador de oro[3] o
de caparazones,
Decir que no tuve ganas de beber!
Mayo de 1872.
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[2] La
colocasia es una planta de la familia de las Aráceas, originaria
de la India y de las regiones tropicales de Asia, con las hojas grandes, de
forma aovada y ondeadas por su margen, y la flor de color de rosa. Pierre
Brunel señala que su elección no sólo responde a una necesidad sonora [Oise / Colocase], sino que además tiene su origen en la obra Quatrieme Églogue, de Virgilio (en
Arthur RIMBAUD, etc. Etc.).
[3]
Enid Starkie, citando la versión dada por Rimbaud en Une Saison en Enfer (Pleaurant,
je voyais de l´or –et ne pus boire.- [Llorando,
veía oro –y no pude beber.]), ve en el autor la posibilidad de beber el aurum potabile, el oro del filósofo, el
oro líquido que da la vida eterna. Pero el autor no siente ni deseo ni sed (en Enid STARKIE, Arthur Rimbaud. Una biografía. Traducción
del inglés de José Luis López Muñoz, Ediciones Siruela, Madrid, 2007, p. 264).
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El Río de
Cassis
El Río de Cassis fluye ignorado
Por extraños valles:
Voces de cien cuervos lo acompañan, voces
De buenos y
verdaderos ángeles:
Junto a los
grandes movimientos de las sapinaies[1]
Cuando sobre
ellas los vientos se levantan.
Todo fluye con
abominables misterios
De guerras de
tiempos antiguos;
Torres
conocidas, importantes parques:
En estas
orillas se escuchan
Las pasiones
muertas de los caballeros andantes:
¡Pero qué
saludable es el viento!
Que el
caminante mire por esas claraboyas:
Será más
valiente.
¡Soldados de los
bosques que el Señor envía,
Amables y queridos cuervos!
Echen de acá
al campesino avaro
Que brinda con
un trozo de hueso viejo.
Mayo de 1872.
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