domingo, 26 de julio de 2015

“Más máscaras. Lírica cáustica”, poemario de Marcelo G. Burello


Algo del desasosiego de Fernando Pessoa; un poco de los terribles paraísos de la poesía de Tennesse Williams, pero sobre todo, una voz muy personal y puesta de pie anima la escritura de Marcelo G. Burello, quien prefiere hablar de ella como “un ramillete de invectivas maliciosas, exabruptos vitriólicos…”. La definición del autor no es gratuita, puesto que en sus versos asistimos al despliegue de una voluntad empecinada en ver el mundo no sólo como una imagen global, generalizada, sino atenta fundamentalmente a revisar –y revisitar- esos rincones olvidados, que tantas veces deseamos olvidar, allí donde la subjetividad se confronta con la paradoja tremenda de poseer una sensibilidad obligada a transitar entre cosas que parecen ominosamente animadas y seres que semejan ser cosas inertes… asunto que, obviamente, no puede ser más siniestro.
La poesía de Burello pone de relieve esa sospecha que ocasionalmente nos asiste a todos: que este mundo no fue hecho a la medida de nosotros sino que nosotros venimos a parar a él como entes ajenos, singularidades de otro orden, individuos de una especie que no tiene mucho que ver con el conjunto. Burello intuye que este divorcio ontológico entre el mundo y el hombre –el hombre sensible, claro está- es una historia sin fin e irremediable, y de allí surge ese espíritu existencialista que atraviesa su poética. Verso amargo, voz filosa; la poesía de Marcelo Burello no es amiga de hacerle favores a la materia de la que trata y elige una cadencia engañosamente cercana a la prosa, resaltando así mejor sus márgenes, los angostos pasadizos, lo limitado de su registro de aquello que nos hace humanos. El sujeto narrante –porque la poesía de Burello cuenta, exhibe, acusa- es alguien cercado por los seres y las cosas que definimos antes, alguien atrapado y que nos va describiendo cómo son los límites de su prisión, que es todo el mundo, todas las circunstancias, todos los sentidos.
Una de las muchas claves que contiene este libro es la referencia del título a las máscaras, cuando son precisamente tan necesarias para andar por el mundo, tanto el que edificamos nosotros como el que ya estaba allí y que mixturamos con el nuestro. Como la voz del célebre poema de Dylan Thomas, “O make me a mask”, podríamos decir: Oh, hazme una máscara y una pared que detenga a tus espías / (…) para usarla de escudo contra el esplendor de la  inteligencia, / y sembrar el desconcierto entre los jueces; /” o, en palabras de Burello, no menos ajustadas: “El compendio de la miseria humana, / con versos bien escandidos y un léxico preciosista, / te lo debo para otra ocasión, lector. / (…) Es la invención, no el recuerdo; / es la ficción, no el registro, / (…) No busqués acá mis sentimientos / (tampoco sabrías encontrarlos) /. Palabras fuertes, las que debemos seguir escuchando: atentos a ellas, a pesar del bullicio del mundo.
Marcelo Gabriel Burello nació en Haedo (Pcia. de Buenos Aires), en 1969. Es Doctor en Letras por la UBA y Realizador Cinematográfico por el INCAA. Fuera de su labor como ensayista, traductor, poeta y guionista, se desempeña profesionalmente como investigador y docente de grado y posgrado en las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, lo que lo ha llevado también a dictar cursos y conferencias en Alemania, Brasil y España. En el ámbito editorial nacional, dirige las colecciones "Arte & Estética" (Prometeo) y "Epistolarios" (Miño y Dávila), y ha traducido y editado a autores tales como Friedrich Schiller, Charles Baudelaire y H. P. Lovecraft. Entre sus libros dedicados al estudio del mundo artístico figuran Panorama de la literatura alemana contemporánea (2009), Autonomía del arte y autonomía estética. Una genealogía (2012) y Gilgamesh, o del origen del arte (2013). Su primer volumen lírico como autor, Liturgia privada, apareció en 2014.

Luis Benítez


ASÍ ESCRIBE MARCELO G. BURELLO


Al abandonar un hotel

Aquí sólo estuve de paso, no tuve tiempo de considerar
si acaso fui feliz o desdichado: lo mismo daba.
Aquí, pese a haberme identificado al ingresar, no fui nadie.
Aquí experimenté la sosegada humillación de ser un número,
una abstracción que conocen prisioneros y enclaustrados.
Aquí usé lo que todos usaron: no pude elegir nada.
Aquí no fui llamado, buscado, reconocido. Mi existencia
se circunscribió a una estrecha habitación y un desayuno
que vanamente se esforzó por compensar calidad con cantidad.
Aquí el baño me resultó una plaza hostil, no un remanso.
De aquí me llevo apenas mi equipaje y un souvenir involuntario.
La vida es un tránsito necesario y ahora, al mirar atrás,
veo este edificio estereotipado y comprendo, algo perplejo,
que cuanto espacio abandono se desploma en el acto:
el aquí se traslada conmigo como un campo de fuerza
que irradia desde mí o que me encierra,
como un súper héroe o un insecto.

Dejo la llave en la conserjería.

Ciudad de Mendoza


domingo, 19 de julio de 2015

“Una Buenos Aires de exportación”- Reseña de Buenos Aires Noir de Gwendolyn Díaz Ridgeway por Paula Varsavsky*


           La colección de cuentos Buenos Aires Noir  consta de catorce amenos y atrapantes relatos cortos situados en distintos barrios porteños. Escritos por la doctora en Letras Gwendolyn Díaz Ridgeway, autora de la colección de entrevistas a escritoras argentinas titulada Mujer y poder en la literatura argentina y de varios volúmenes de crítica literaria, se trata de su primera obra de ficción. Díaz se desempeña como directora de la Maestría en Literatura y Lengua Inglesa de St.Mary´s University en Estados Unidos.
Los relatos, a la manera de estampas o postales de Buenos Aires, narrados por personajes femeninos, nos llevan a lo largo y a lo ancho de recorridos urbanos. Se encuentran poblados tanto por costumbres porteñas que asombran a una extranjera que conoció íntimamente la ciudad de chica como por momentos claves  en las vidas de quienes los protagonizan y de la ciudad misma. “Los cartoneros revolvían la basura en cada esquina, hombres, mujeres y niños escarbando como ratas entre las pilas de desperdicios, mientras adentro en los restaurantes había gente que engullía bandejas de carnes a punto y vinos finos”.
Así es como se alternan el extrañamiento y el reconocimiento, la falta y el desdén por aquello que, en definitiva, resulta imprescindible. Los detalles de una sociedad que es casi el reverso a la que habitan ciertas protagonistas, se encuentran en el trasfondo de varios de los cuentos. “Por más gris y triste que encontrara Buenos Aires, llevaba esa ciudad arraigada en el alma, cuando le faltaba, faltaba también esa parte de ella que quedaba siempre allí, dejándola incompleta”, confiesa Lina en “Barrio Norte, Orbis Tertius”.
En “Curvatura” el recorrido, en tono humorístico,  es en un taxi que lleva a una mujer que acaba de llegar de Estados Unidos, del aeropuerto hasta el centro de la ciudad. La confesión del taxista a la pasajera acerca de su extraño problema de salud que le afecta su sexualidad, nos introduce a una serie de historias de seducción más o menos felices, plagadas de encuentros y desencuentros, donde aparece hasta un Premio Nobel en literatura.  El libro no es ajeno a la violencia de género, en “Dos monjas”, son ellas mismas quienes denuncian a un golpeador que ha dejado desmayada a su mujer, a quien intenta ayudar su hija de dos años.
El cuento “Los almohadones de Don Pastore” da un giro hacia otra temática: los valores morales de cierta clase media o media baja, hijos de inmigrantes, que alguna vez existió en la Argentina y fue de una honestidad inigualable. Encontraba mayor satisfacción en la realización de un trabajo de calidad que en el rédito económico obtenido.“Estas formas de actuar eran tan distintas de cómo se hacían las cosas en el norte, pensó Samantha. Allí todos medían el éxito por el bottom-line, es decir la suma final, el monto de las ganancias después de descontar los gastos”.
Los tres últimos cuentos de la colección tratan sobre al ambiente del tango en la actualidad. Las milongas, pobladas por igual de argentinos que redescubrieron el dos por cuatro en la madurez, luego de haberlo rechazado durante la adolescencia y de extranjeros que lo experimentan por primera vez, resultan un hervidero de enlaces entre seres humanos. Pasamos por “Veinte años no es nada” en el que el deseo por la carne joven, lleva a un hombre al borde de cumplir cincuenta años a adentrarse en el mundo del tango. Encabezado por un bello epígrafe de Jorge Luis Borges que hace referencia al tango, el cierre de esta colección, el cuento “El hombre de la cara manchada”, nos lleva a reflexionar sobre las paradojas del tango: música y baile que todo lo transforman.

* Paula Varsavsky es autora de las novelas Nadie alzaba la voz y El resto de su vida. Es colaboradora de los diarios La Gaceta, Perfil, El Mercurio y El País (Montevideo).




                               

The Lovesliest Vein of our Lives, poemas del autor escocés Neil Leadbeater


El poeta y narrador Neil Leadbeater nació en 1951, en Wolverhampton, Inglaterra. Se graduó en Repton School, Derbyshire, University of London (1973). Su obra poética se completa, hasta la actualidad, con los siguientes volúmenes: Hoarding Conkers at Hailes Abbey (Littoral Press, 2010); Amazing World (Atlantean Publishing, 2010); Librettos for the Black Madonna (White Adder Press, 2011); The Worcester Fragments (Original Plus Press, 2013) y The Fragility of Months (Editura PIM, 2015). Sus obras forman parte de las siguientes antologías: The Review of Contemporary Poetry (Ed. Gary Bills) (Bluechrome Publishing, 2005); 101 Poets For a Cornish Assembly (Ed. Les Merton) (Boho Press, 2006) y The Real Survivors Anthology (Ed. Barry Tebb) (Sixties Press, 2006). Poemas y cuentos de su autoría han sido publicados en numerosas revistas de Gran Bretaña, Irlanda, Estados Unidos, Canadá, Chipre, Grecia, Rumania y Argentina.
Su poemario The Lovesliest Vein of our Lives fue publicado en 2014 por Poetry Space Ltd, de Bristol, Reino Unido, y exhibe -como en sus anteriores entregas- la reconocida maestría del autor para aludir sutilmente sentidos que van más allá de lo primeramente expresado en sus versos; es Leadbeater el poeta de la delicada sugerencia, quien brinda atisbos muy medidos de la médula de cada poema, que termina invariablemente siendo un descubrimiento. La fina sensibilidad del poeta escocés lleva de la mano a sus lectores a través de mundos donde la nostalgia se combina con la presencia ineludible del presente, estableciendo contrapuntos de significados que concentran su puntería en el resultado final. Así, Leadbeater evita magistralmente tanto la enunciación directa como el exceso de oscuridad, dos defectos tan peligrosos en la factura poética, ya que la primera arruina y empobrece la lectura tanto como el segundo. En vez de ello, el poeta prefiere conducirnos con fino tacto al sentido principal de su universo.
Como acertadamente señala el poeta escocés David Mark Williams, en la contracubierta de The Lovesliest Vein of our Lives: “Estos poemas y poemas en prosa tienen la propulsión de una road movie: plena de encanto, impulsiva y vívida. Aparentemente escritos como frutos de la casualidad, en verdad se encuentran muy bien elaborados. Neil Leadbeater sabe lo que está en su punto. Su voz es fresca y abierta, resonante y memorable”.

Luis Benítez


ASI ESCRIBE NEIL LEADBEATER:

Cómo elegir una sandía

Obsérvalo de nuevo en el ojo de tu mente. Hazte a ti mismo preguntas
acerca de su simetría. ¿Posee cada parte la misma proporción?
¿Está la carne libre de cortaduras o abolladuras?
¿Carece de imperfecciones la cáscara?
¿Parece cercana cada porción a la perfección física?
Levántala hasta las estrellas. ¿Es pesada para su tamaño?
¿Es la mayor parte de su peso satisfactorio
cuando se la sostiene en la mano?
Dale vueltas en tu cabeza. ¿Es cremosa amarillenta, por todos
esos días en los que disfrutaba del sol del desierto?
Los poemas son un poco como esto. Hay que mirarlos desde
todos los ángulos, pesarlos hasta que sean la palabra perfecta
y suenen exactos, más que la suma de sus partes.


(Traducción de L.B.)