Por Lidia E. Caraballo
“Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos” San Marcos, 9:35
Lo veo, absorto en el mar. El hombre es apenas un ave, una hormiga perdida en el armazón metálico del edificio. En el balcón, todos los días, aguarda su muerte. Esa es mi tarea. Me ha contratado para matarle.
Se ha adaptado a la soledad, pero no a la infamia. Su historia es simple: no hay sanador sin enfermedad, no hay salvador sin condena. No es esto lo que los discípulos querían oír, de ahí su estigma.
Contempla el tiempo de presente a pasado, todavía no está seguro de su eternidad. La verdad se sabrá una vez expire. Cree que su cuerpo restablecerá la paz en la tierra, que sus molares serán hostias de vida eterna.
Vuelvo a insertar mi cuchillo.
"El molar de Judas" fue el tema para cuentos como máximo de una página que se leyeron en el Taller creativo de Proyecto Setra (Books & Books - Coral Gables) el pasado 16 de julio. Con ese título también Proyecto Setra inaugurará una exposición itinerante de libros de artistas y cortometrajes que comenzará el día 20 de agosto en el CCAT (Centro Cinematográfico - 1637 NW 27 Ave Miami, FL 33125) con el estreno del corto: EL MOLAR DE JUDAS de Gerardo Serra.
ResponderEliminarHermosa Lidia, tu microcuento me recuerda otro carcelero que sanó a Sócrates de la enfermedad de la vida (ya tenía 70 años), fue su carcelero quien llegó a admirarlo tanto que posiblemente hubiera estado dispuesto a dar la vida por dejarlo libre. Con lágrimas le dio la cicuta. Con alegría Sócrates la recibió.
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