lunes, 18 de enero de 2021

EVOCACIÓN DE MARIO MORALES - Alfredo Palacio

 

Mario Morales nació en Pehuajó, Provincia de Bs. As., Argentina en 1936 y falleció en Buenos Aires el 29 de enero de 1987 a los 51 años.

Fue discípulo de Roberto Juarroz y Antonio Porchia, a quienes siempre reconoció como sus maestros.

Con Juarroz posteriormente desarrolló una amistad personal y una estrecha conjunción poética que desembocó en la fundación de una relevante revista, Poesía=Poesía, que produjo veinte números entre 1958 (un Morales de apenas 22 años) hasta 1967.

Escribieron un poema conjunto, El Otro Pensamiento, el que lamentablemente no pudimos encontrar entre la documentación revisada para esta ocasión.

Poeta de profusa formación literaria, filosófica y hasta religiosa, (Profesor de Filosofía y Pedagogía habiendo enseñado Literatura, Metafísica e Historia del Arte) fue en los '80 un factor aglutinante de importantes voces poéticas con quienes formó el que se conoce como grupo “Último reino”.

Podemos mencionar entre otros a Victor Redondo, Jorge Zunino, Daniel Chirom, Pablo Narral, Enrique Ivaldi, Roberto Scrugli, Horacio Zabaljauregui, María Julia de Ruschi Crespo.

Anteriormente conformó otros grupos, siendo el más relevante “Nosferatu” con el que llegó a editar doce números de la revista del mismo nombre entre 1972 y 1978.

Mantuvo estrecha amistad con Edgar Bayley y Francisco Madariaga, con quienes solían embarcarse en interminables veladas de letras, vida y vino. 

Ha publicado entre 1958 y 1986, a escasos meses antes de su muerte, seis libros de poesía:

Cartas a mi sangre (1958)  

Variaciones concretas (1962)

Plegarias o el eco de un silencio (1974) con apoyo del Fondo Nacional de las Artes y recomendada su publicación por Raúl Gustavo Aguirre y Federico Gorbea.

La canción de Occidente (1981)

La Tierra, el hombre, el cielo (1983) (integrado por los libros El polvo y el delirio, El juglar de los ojos ciegos y La distancia infinita)

En la edad de la palabra (1986)

Mantenía inéditos al menos otros siete libros escritos entre 1962 y 1973 y un volumen de poemas comprensivo de su obra entre 1981 y 1985.

Podríamos afirmar, quienes tuvimos la fortuna de conocerlo y formar parte de sus talleres literarios que luego derivaron en fructífera y enriquecedora amistad, que para Mario «La poesía es la casa del relámpago».

Como bien afirma Daniel Chirom en una justa, extensa y relevante nota en su Revista El Jabalí (Nº 7 de 1997), su poesía cumple lo que decía Morales en su último libro En la edad de la palabra: «Persigamos excesos».

Poesía inconformista, vital, áspera y refulgente a la vez, jugando al filo del abismo con fragmentos de sangre y silencio, con ese gesto anónimo que las hojas escriben al caer en la soledad o en la tierra.

A mediados de los 70 emerge una de las cofradías poéticas más amalgamadas de la literatura argentina: la del neorromanticismo.

Declaraba, desde el inicio, su filiación con el romanticismo alemán (Von Kleist, por ejemplo) y el surrealismo, tanto el francés como el de su versión loca: el de los poetas Enrique Molina-fundamentalmente con su exquisito libro Hotel Pájaro y Olga Orozco.

Nuestro paisaje político, como el del romanticismo o el de la mística, era la noche; pero una noche sin alba ni trascendencia, como la de una cárcel.

Quizá la mayor noche de nuestra historia: la del Proceso de Reorganización Nacional, eufemismo de la más cruel dictadura que haya asolado a este país. Noche y desaparición de la democracia, de los derechos, de la verdad; desaparición de vidas y junto a ellas miles de sueños.

La poesía, su lenguaje, buscó la otra noche, otro reino, no como evasión, sino como salvación lírica, como habitar poético, diría Hölderlin, aunque el habitar haya sido un destierro abrazado.

Eran años tan negros que buscar la belleza era una rebelión, era encender la noche.


Último reino aparece en octubre de 1979 y fue el encuentro, amalgama, fusión, síntesis entre dos grupos: Nosferatu, congregado en torno a Morales, y El sonido y la furia, que incluía a Victor Redondo y Susana Villalba entre otros poetas afines al planteo neorromántico que antes los había reunido en el intento de resistir el avance de la razón utilitaria, la razón instrumental, la desacralización. Más que una estética, una crisis.

Esa misma noche le dará a su poética un cierto tono umbrío, un cierto hermetismo, no complaciente de sí sino necesario.

Allí no reinan los límites de la razón (que es la razón de los límites) sino los claroscuros de la profundidad, la penumbra de lo hondo, los bordes temblorosos de lo naciente.

El mundo neorromántico fue un recorte de sentido en la prosa de la realidad, para Último reino en ella no entraba lo que ya es sino lo que aspira a ser, lo que debe ser, no en el sentido moral sino en el sentido imaginario: se trataba de crear y, sobre todo, y como a priori, de imaginar: imaginar para elevar.

La imaginación es en esta estética la fuerza motriz, el poder para transfigurar la realidad.

Encasillado por muchos como fiel exponente del neorromanticismo (al igual que los integrantes de Último reino), coincidimos con Daniel Chirom en que por Morales corren además el surrealismo, lo beatnik (era gran admirador de Ferlinghetti, Corso, Kerouac, Ginsberg).

El tono de su poesía es exaltado y vertiginoso, oculta la atroz visión del mundo para apoderarse mejor de ella.

Y sus poemas se vuelven plegarias por la luz, porque la vida es la gran nostalgia de Morales.

Y como mago y poeta, se sabe ni aquí ni allá, sino más acá y más allá.

Y esa especie de ambigüedad la sintetiza en fragmentos como cuando dice «el terror y la belleza nos salvarán».

Morales tiene la particularidad de no anular las oposiciones, sino de agudizarlas.

Su poesía contiene una gran ironía crítica en medio de estallidos, excesos y manotazos desesperados. Esa enjundiosa búsqueda, acaso inútil, se refleja en su decir:


 «entonces la soledad única,

la salvaje lujuria: “la plegaria del hueso”

en la niebla final de los orígenes»


o


«y hay un porvenir de flor brotando de su propio color arrepentido.

Y hay un estallido

Ciego,

Y algo, y todo para nada.

Y desnudos.

Y despertar como una canción en el polvo.

Amén».


o



«a veces,                           

cuando el silencio se da vuelta

y canta hasta despertar,

hasta cubrir de alas ese presagio de catástrofe

que tiembla como una penumbra en el fondo de las últimas raíces.

A veces, solamente a veces,

el fondo de la vida hecho de piedra y soledad

y cicatrices de lluvia buscando su forma de caer o permanecer

semejantes a un pensamiento abrazado

a su día y a su noche y a su edad

de relámpago, de flor unánime».

 

o

 

«Pero, sobre todo, hay la noche:

esa caída en bloque, esa furia de témpanos, ese paso hacia atrás

donde la memoria vacila y se hunde

vulnerada por un poema que sabe a olvidos y resaca,

 y a despertar en la niebla como el ala de un pájaro en la soledad».


Mario Morales es un poeta a quien entendemos aún se le debe una lectura en profundidad y un reconocimiento a su trayectoria y valores poéticos, debido a una muy marcada voz propia y a haber impreso con su sello una dirección diferente a la poesía de los años 80.

Probablemente su escasa pretensión de notoriedad y figuración hayan contribuido al silencio con que se ha retribuido su enorme aporte a la poesía de las últimas décadas.

Esta evocación pretende, al menos, rescatarlo de ese podio invertido y generar la curiosidad de conocerlo en lo que generó y en su producción poética, lamentablemente inexistente hoy aún en los anaqueles de las amadas y casi extinguidas “librerías de viejo”.

Afortunadamente quienes fuimos sus discípulos y amigos nos arrogamos la fortuna de contar con su obra editada completa.


Café Literario “Mirá lo que Quedó”  20-6-2007  


©ALFREDO PALACIO, 2007

 Bibliografía: 

  • Revista El Jabalí Nº 7, 1997

         Daniel Chirom

  • Libros Editados de Mario Morales

 


2 comentarios:

  1. Excelente homenaje a Mario Morales. Sin embargo reitera el cliché propio a la izquierda "progre" y de alguna feminista trasnochada, consecuente rama ideológica, de la curiosa e interminable repetición a través, de al menos tres décadas, por distintos escritores o ensayistas, según la cuál "Último Reino" "fue la fusión del grupo de Vanguardia Nosferatu con "El Sonido y la Furia." -- Nada más incierto. Nosferatu fue fundado por Enrique Ivaldi, tras años de tertulias compartidas con Mario Morales, Jorge Zunino, René Palacios More, María del Carmen Súarez, Juan José Ceselli, Álvaro Díez Astete y Manuel del Cabral, entre otros. María Julia de Ruschi se suma más tarde, con apariciones ocasionales. Nosferatu seguía un ciclo ascendente, hasta que influencias de los alumnos del Taller de Morales "El Sonido y la Furia" lograron que Zunino, que sufría de cierta inestabilidad emocional heredada, crea un "cisma" y arrastra a Morales, que tal vez no se conformaba con el anominato que el ambiente literario de aquella época imponía sobre los poetas de esta tradición, sobre todo luego de obtener el Premio Poesía del Fondo Nacional de las Artes, antes otorgado a René Palacios More y luego a Enrique Ivaldi, asimismo laureado por la Comuna de Burgos (España.) "El Sonido y la Furia" por
    ese entonces no era todavía un grupo literario consolidado. Cuando se produce la ruptura de Morales y Zunino con Enrique Ivaldi, en ausencia de Palacios More, de Ruschi y de otros de los de la primera hora, por distintos motivos (viajes, fallecimientos, asuntos privados, &c.,) ese es el fin del Primer Nosferatu, ya que Enrique Ivaldi comienza con sus talleres literarios bajo el nombre asimismo de Nosferatu, y forma una nueva generación de poetas que dan lugar a la continuidad de Nosferatu en un nuevo grupo. Sin embargo, los poetas que surgen de este proyecto, que cubre la década de 1980 a 2006, entre los cuales pueden nombrarse a la gran poeta Paola Roberti, Diego Lucano, María del Carmen Lacarriére, Gabriela Barbara, Luis Carrizo, Alejandro Calabrese, Nerei Wigger, Evelyn Furstenberg y Mariano Lopakta, entre muchos otros, no llegan a integrarse como el nuevo Movimiento Literario "Nosferatu Segunda Época," y ello, dados los mitos creados alrededor del más marquetinero "Ultimo Reino," han desvirtuado los hechos con el arrogante slogan de la "fusión de Nosferatu (grupo) con El Sonido y la Furia (taller literario,) ---como si este último fuera "la continuación" de Nosferatu, en tanto Nosferatu continuaba su camino por otras vías. La realidad es que algunos de los que fueron parte del Nosferatu original, Morales, Zunino y de Ruschi, se unieron al que terminara siendo el grupo Último Reino. Es posible que esto llevara a una confusión involuntaria, mas ninguno de "Ultimo Reino" se encargó de aclararlo, y aún más, no faltó alguna trasnochada de este grupo que apareciera en un sitio web como "integrante" de Nosferatu. Celebramos el homenaje a Morales, y reconocemos la excelente labor de Último Reino. Pero el relato falaz repetido hasta el hartazgo debe ser aclarado. Para mayor información, ver: enrique-ivaldi.webs.com,
    "Nosferatu Lives Forever." Si hay dificultar en ingresar, puede emplearse http://web.archive.org/web/20210304
    212833/https://enrique-ivaldi.webs.com/ -- Saludos cordiales.

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  2. estimado Barruel (no se tu nombre, por eso uso el que utilizas para comenzar tu comentario)
    respeto todos los puntos de vista y opiniones
    simplemente cuando realicé el homenaje (en conjunto con otros dos que tambien participaron, al igual que yo, de un taller conMario (me refiero a la/el poetas Alicia Grinbank y Alberto Boco) y contamos tambien con Maria del Carmen Suarez) en un cafe literario que coordinabamos los tres junto a Rolando Revagliatti, fue porque sentimos que nuestro entrañable maestro merecía un homenaje que lo sacara de las sombras a las que siempre "la academia" poetica lo sometio. La única excepcion fue la de Daniel Chirom, quien hizo el suyo e su revista El Jabalí
    te comento esto porque todo fue hecho de buena fé recordando los hermosos momentos que siempre compartimos con Mario, incluso, ya fuera de taller, con Zunino, Chirom, Ivaldi, Monica Tracey y varios mas en interminables noches de poesía
    nunca me interesaron las internas de ningun grupo ni movimiento, motivo por el cual no tengo ningun interes en polemizar al respecto
    agradezco tu inicial concepto al calificarlo de excelente homenaje a Mario Morales

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