Por Valeria
Badano
Ediciones Pluma
y Papel, de Buenos Aires, acaba de editar la novela “El Metro Universal”, de
Luis Benítez, finalista del Premio La
Nación / Sudamericana 2006, cuyo jurado integraron Carlos
Fuentes, Griselda Gambaro, Tomás Eloy Martínez, Luis Chitarroni y Hugo
Beccacece. La edición en formato papel está acompañada por otra en E-book, que
puede conseguirse en:
En El metro universal, se cruzan las
historias, los espacios y los discursos haciendo que los sujetos emerjan desde
una condición claramente humana y, al mismo tiempo, ficcional. Así es que
artistas, nobles, guerreros, conquistadores y conquistados –crean y- comparten
un territorio amplio y plural. Y entonces, las categorías ‘intelecto’ e
‘instinto’, que definen a cada personaje por el rol que cumplen en la
narración, se tensionan para generar un campo infalible: el del conocimiento
humano pero que, desde la amplitud y la pluralidad, es expresado en la ciencia
positiva, en el cuerpo, en el arte, en el poder. Así es que científicos como
Raveil y Pasteur; artistas como Baudelaire, Gautier y Sainte Beuve; políticos
como Bonaparte, Urquiza y Alberdi o nobles como Rémy establecen diálogos con
porteros atentos, amantes lujuriosas –esclavas liberadas devenidas en actrices-
y un gato.
Ubicada en la segunda mitad del año
1855, la narración se desplaza desde París a la Confederación Argentina,
y se demora en una Martinica onírica, mágica y sensual, tramando desde la
presentación de los grandes y visibles acontecimientos de la Historia, minúsculos
momentos subjetivos, para ello la forma discursiva privilegiada es el estilo
indirecto libre, de modo que los personajes y el narrador también resultan
fundidos, creando un ambiente de intimidad.
La novela se divide en dos partes,
forma en la que se refuerza la instancia dialógica; la historia con sus
personajes de la segunda mitad del siglo XIX cobran vida y voz que se inscribe
en cartas y poemas como expresión de los múltiples intertextos que se proponen;
junto a ellos, un deseo, el de hallar la medida de las cosas en su punto
exacto.
Porque el metro universal interpela
el saber de los hombres y, según Raveil, subraya el error en el que la República ha vivido
durante casi sesenta años; error que puede acarrear muchos otros hasta
convertirse en una enfermedad hereditaria.
En consecuencia es el deseo el que
le devuelve el sentido a este metro universal que se piensa; deseo hecho de
palabras que Raveil escribe y Baudelaire reescribirá poéticamente y que como se
adelanta en la página 17 de la novela, es la mismísima Jeanne Duval, hija de
esclava, rostro siempre de niña y cuerpo que esclaviza, duende perverso de La Martinica- la que es
“…algo parecido al logro de la unidad de medida de todas las cosas, al metro
universal…”. En definitiva, el amor y la poesía como forma en la que se
sintetiza la buscada medida.
El ambiente romántico es el fondo
para que todas las historias hallen su correspondencia en cada uno de esos
sujetos que, en su soledad, desean un mundo a su medida.
Leído el despliegue que hace del fondo de esa novela, creo merece la pena ser leída y engrosar la biblioteca de nuestra casa.
ResponderEliminarMuchas gracias, ¿ la tenemos en España?.
Saludos afectuosos.
Leonor
Apreciada Leonor: gracias por su atento comentario. Desde España y desde cualquier parte del mundo, puede conseguir El Metro Universal a través de amazon.com
EliminarCordialmente,
Luis Benítez
Leo, Luis Benítez es un gran escritor y una bella persona. Todos sus textos son recomendables.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet