miércoles, 25 de julio de 2012

“El Metro Universal” interpela el saber de los hombres


Por Valeria Badano

Ediciones Pluma y Papel, de Buenos Aires, acaba de editar la novela “El Metro Universal”, de Luis Benítez, finalista del Premio La Nación / Sudamericana 2006, cuyo jurado integraron Carlos Fuentes, Griselda Gambaro, Tomás Eloy Martínez, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece. La edición en formato papel está acompañada por otra en E-book, que puede conseguirse en: 


En El metro universal, se cruzan las historias, los espacios y los discursos haciendo que los sujetos emerjan desde una condición claramente humana y, al mismo tiempo, ficcional. Así es que artistas, nobles, guerreros, conquistadores y conquistados –crean y- comparten un territorio amplio y plural. Y entonces, las categorías ‘intelecto’ e ‘instinto’, que definen a cada personaje por el rol que cumplen en la narración, se tensionan para generar un campo infalible: el del conocimiento humano pero que, desde la amplitud y la pluralidad, es expresado en la ciencia positiva, en el cuerpo, en el arte, en el poder. Así es que científicos como Raveil y Pasteur; artistas como Baudelaire, Gautier y Sainte Beuve; políticos como Bonaparte, Urquiza y Alberdi o nobles como Rémy establecen diálogos con porteros atentos, amantes lujuriosas –esclavas liberadas devenidas en actrices- y un gato.

Ubicada en la segunda mitad del año 1855, la narración se desplaza desde París a la Confederación Argentina, y se demora en una Martinica onírica, mágica y sensual, tramando desde la presentación de los grandes y visibles acontecimientos de la Historia, minúsculos momentos subjetivos, para ello la forma discursiva privilegiada es el estilo indirecto libre, de modo que los personajes y el narrador también resultan fundidos, creando un ambiente de intimidad.

La novela se divide en dos partes, forma en la que se refuerza la instancia dialógica; la historia con sus personajes de la segunda mitad del siglo XIX cobran vida y voz que se inscribe en cartas y poemas como expresión de los múltiples intertextos que se proponen; junto a ellos, un deseo, el de hallar la medida de las cosas en su punto exacto.

Porque el metro universal interpela el saber de los hombres y, según Raveil, subraya el error en el que la República ha vivido durante casi sesenta años; error que puede acarrear muchos otros hasta convertirse en una enfermedad hereditaria.

En consecuencia es el deseo el que le devuelve el sentido a este metro universal que se piensa; deseo hecho de palabras que Raveil escribe y Baudelaire reescribirá poéticamente y que como se adelanta en la página 17 de la novela, es la mismísima Jeanne Duval, hija de esclava, rostro siempre de niña y cuerpo que esclaviza, duende perverso de La Martinica- la que es “…algo parecido al logro de la unidad de medida de todas las cosas, al metro universal…”. En definitiva, el amor y la poesía como forma en la que se sintetiza la buscada medida.

El ambiente romántico es el fondo para que todas las historias hallen su correspondencia en cada uno de esos sujetos que, en su soledad, desean un mundo a su medida.

viernes, 13 de julio de 2012

CHARLA CON EL ESCRITOR MEXICANO ALBERTO CHIMAL


Con motivo de la presentación del libro Historias de Las Historias (Antología de minificción. Selección y prólogo de Alberto Chimal. México, Ediciones del Ermitaño, 2011) que se presentó en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica durante la 3era Fería del Libro Independiente el pasado 6 de julio de 2012 en la Ciudad de México conversamos con el escritor mexicano Alberto Chimal acerca de este libro y otros temas.


Alberto Chimal (al centro) en la Libreria Rosario Castellanos
Alberto Chimal (Toluca México, 1970)
Ha publicado una docena de libros de cuentos, entre los que destacan 83 novelas, Grey y Éstos son los días (Premio Nacional de Cuento INBA 2002); también es autor de la novela Los esclavos y de La cámara de las maravillas, una colección de ensayos. Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, húngaro y esperanto. Es considerado uno de los escritores más originales y talentosos de su generación y un pionero de la escritura digital, documenta actualmente en la bitácora www.lashistorias.com.mx Es profesor universitario y coordinador de talleres literarios.




O.V. ¿De dónde se origina la intención de hacer mensualmente el concurso de minificción en base a una imagen fotográfica de tu blog Las Historias que ahora se traduce en un libro impreso?
A.C. Pues mira, salió con la idea de hacer algo interesante con el sitio. Yo ya había hecho proyectos de internet, blogs, página personal, revista electrónica en aquella época de los años noventa cuando tenías que hacerlo todo a mano en html e incluso antes, pues siempre me interesó el asunto de la escritura digital. 
Con Las Historias quería hacer un sitio especializado en narrativa y ver de que manera se podía involucrar a la gente, surgió al principio como una ocurrencia pero resultó que se volvió una característica muy importante, una sección muy fuerte del sitio.
A partir de eso no sólo llegaron lectores sino que se formó una comunidad bastante grande que sigue existiendo y que sigue visitando el sitio a partir del concurso y de los textos que aparecen ahí. El concurso acabó siendo como la piedra angular de todo lo demás.

O.V. ¿Ésta es la primera ocasión en que traduces las minificciones del concurso digital de Las Historias a un formato impreso o existen ya otros volúmenes?
A.C. Ésta es la primera, son digamos una selección de los primeros cinco años más o menos de concursos, incluye tanto a los ganadores como a los textos que reciben mención honorífica o que por alguna razón resultaron populares entre los lectores.
Ahora el concurso está en su octavo año y sigue en marcha, además que me resulta una gran satisfacción. El proyecto de sacarlo de internet y ponerlo en libro impreso pues me parece un paso muy paso intersante para esta iniciativa, es una constancia, una memoria, pero también es una antología que da a notar el trabajo de varias decenas de autores de minificción algunos aficionados, otros profesionales o que intentan ser profesionales y que quizás de otra manera no se habrían reunido, eso me gusta.

O.V. De hecho a mi me llama la atención que siendo algo que nace digitalmente se traslada a lo impreso, incluso yo que vivo en los Estados Unidos he tenido acceso a ebooks de Ediciones del Ermitaño ¿Existe la intención de sacar este libro en formato ebook?
A.C. Pues yo creo que sí, yo creo que tiene que ser el siguiente paso y va a ser muy curioso porque los cuentos son lo mismos pero lo que va ganando una colección así a lo largo de estas transformaciones, digamos, es una estructura o la forma de una experiencia de lectura que se crea para el libro impreso y que luego se traduce al libro digital. Uno podría, visitando el sitio de Las Historias, reconstruir el índice entero e ir leyéndolo todo, pero no sería lo mismo pues habría que hacer una serie de saltos a través de las páginas o links y además parte de la intención que tenemos con el libro es que se pueda leer como una especie de unidad. Esa es la gran diferencia entre la lectura digital y la lectura impresa, el contenedor, el recipiente que es el libro implica una experiencia de lectura más unitaria, más continua y como sabemos al contrario la plataforma digital implica un poco esa lectura estilo salteada, inconexa, entrecortada, son experiencias de lectura distinta.
O.V. Aunque bueno, en el libro From Papyrus to Hypertext en su apartado On Linearity and Tabularity se menciona que en las lecturas digitales cuando uno maneja hipervínculos se puede forzar al lector a seguir un flujo de lectura muy rígido, tal vez mayor en algunas ocasiones de lo que pudiera darse con un libro impreso en el cual se puede pasar del principio al final también de forma inconexa ¿o no?
A.C. Claro, pero la diferencia está, a mi me parece, en que un libro de entrada implica esta especie de limite entre una cubierta y la otra.
O.V. ... físicamente ya están puestos los márgenes.
A.C. Exacto, los bordes, la implicación como de unidad, una especie de territorio marcado por el texto.
En cambio la experiencia de la red siempre es una especie de rizoma, un conjunto de nodos que se puede seguir y explorar, de estructuras informes que a lo mejor no puede contemplarse en su totalidad, sino que tal vez no termine o sólo termina cuando el lector decide que quiere terminarla.
Ahí está una diferencia que me parece crucial.
Estoy de acuerdo contigo que se puede hacer esa sugerencia, pero el camino que se recorre en internet es un camino distinto en la medida que no tiene esta delimitación que si tiene el libro impreso.

O.V. Tu formación si no me equivoco es informática, estudiaste algo de Ingeniera en Sistemas y Computación ¿no?
A.C. Pasé por ahí, es una cosa muy curiosa pues yo ya había empezado a escribir y publicar desde la adolescencia, entonces el haberme metido a eso fue un poco por presión familiar...
O.V. ...aquello de que tienes que hacer algo con tu vida...que te dé de comer...
A.C. Si, ya sabes, tienes que hacer algo respetable,  fue un poco una especie de rodeo o pausa, en algo que ya venía haciendo antes que era escribir y que ha sido durante muchísimo tiempo de mi vida el centro de todo y lo sigue siendo ahora, pero si bien esa otra actividad no me dio “un trabajo decente”  y tampoco sirvió para afianzar esta idea de un futuro venturoso que se tenía en la clase media mexicana de aquellos años (tempranos noventas) en aquél entonces se creía que la computación era el futuro, a nadie se le ocurrió que se convertiría tan rápido en el presente.
No me sirvió para lo que se esperaba que me sirviera, ni tampoco me dediqué a ello, pero si me dio cierto conocimiento que permitió seguir experimentando con aquello que ya me interesaba como el uso de las herramientas digitales sobre todo para escribir.
Me preguntaban en otra ocasión si había sido difícil para mi la transición de la máquina de escribir o escribir a mano a la computadora. 
Yo les dije que no se me dio tal transición, pues prácticamente desde el primer libro tuve acceso a una computadora personal y por mis hábitos y por el hecho que tengo los dedos muy delgados y se me atoran en una máquina mecánica siempre me fue más fácil escribir en computadora.
Yo no soy un autor que haya hecho migración yo soy un autor nativo digital, para bien o para mal. 
El acabar de perderle el miedo a esa herramienta si me ha sido muy útil. No solamente se por donde se prende sino además aprendí a no hacerme ilusiones de la herramienta en sí, sino apreciarla por lo que es, saber lo que puede y no puede hacer.

O.V. Yo te estuve siguiendo en el Coloquio sobre el Libro Digital y tu mencionabas ese punto, de que bueno, se habla del futuro de la lectura digital, cuando ya es un presente o incluso un pasado.
Lo que sucede es que tal vez en el caso mexicano no se había vuelto “mainstream” (por ejemplo el Proyecto Gutenberg existe desde los setentas) pero los mismos dispositivos no favorecían esos formatos, porque por ejemplo en mi caso personal yo soy Ingeniero, trabajo con computadoras todo del tiempo, inclusive desde la niñez mi primera computadora fue una Atari, pero a mi nunca se me ocurrió la idea de leer un libro completo sentado frente una pantalla. No tanto porque me canse la vista, de hecho la pantalla retroiluminada no me causa ningún escozor, pero si la parte de estar sentado mucho tiempo en un mismo sitio, yo prefiero estar recostado o moviéndome y ni modo que cargara con el monitor de un lado a otro ¿no? 
A.C. ..jajaja..
O.V. Ahora con el concepto de la nube sincronizas los libros, los tienes en todos los dispositivos y te mueves del celular, a la tableta o a la pantalla de la computadora haciendo una lectura ubicua, ¿Tú consideras que todavía falta una nueva generación de escritores que no solamente no le tengan miedo a teclear en una computadora, sino a tener un conocimiento más técnico que les permita aprovechar el lenguaje, porque hay un lenguaje inscrito en el código per se del software de una computadora para generar nuevas formas narrativas?
A.C. Yo creo que eso ya empezó a ocurrir, tan temprano como 1997 ya había un libro publicado en Tijuana de Rafa Saavedra un narrador de allá que se llama Buten Smileys en el cual hay un texto que juega con ser un texto de página web donde hay partes subrayadas que fingen ser hipervínculos. Ya hay de alguna manera esta estética del código html, ya ha empezado a suceder, lo que creo que faltaría más que esto de como poetizar el código o los detalles materiales o legibles del código sería más bien poetizar a partir de la experiencia que implica trabajar con eso, me explico: en realidad, mucho de las referencias especializadas que se encuentran como textura de ficción de novelas y demás de estos últimos años se vuelven viejas con gran rapidez, cambia la tecnología, cambian las herramientas, se vuelven una referencia histórica y ya no sirven para lograr esa especie de identificación con la experiencia de lo electrónico.
Lo que falta por hacer es acabar de incorporar el conocimiento de estas herramientas para  nuevas experiencias multimedia.
Hacer cosas que puedan ser más transportables que los CDROM de los noventa que acabaron por desaparecer.
O.V. Inclusive que no sea un recurso impostado, donde no se vea que nada más incluyes digamos florituras con las cuales no estas aportando nada a lo que tal vez simplemente con el puro texto se pudiera decir, por ahí es donde va mi pregunta.
A.C. Exacto, Yo estoy de acuerdo con eso, recién la Sony sacó lo que ellos llamaban algo así como la redefinición del libro, Magic reader o Magic book no recuerdo.
Es un aparato que te permite la operación de pasar páginas de modo que se vean reflejadas en la televisión a través de un Playstation, su producto de lanzamiento era el Libro de Hechizos de Harry Potter entonces usabas el control del Playstation como varita mágica y movías cosas, pero en realidad eso no es fundamentalmente una modificación del experiencia de la lectura. Es una especie de accesorio multimedia que incluye la posibilidad de meter texto pero que no implica mas que eso.
No está redefiniendo la lectura, creo que todavía, me sorprende un poco, que la época está llena de accesorios sobrevaluados, pretensiosos y no se acaba de integrar la experiencia de la escritura a partir de este tipo de herramientas.

O.V. Volviendo un poco a la escritura tradicional, a tu trabajo como novelista y alguien que se dedica a microrrelatos, cuando tu manejas un proyecto y por ejemplo estoy pensando en estos momentos en tu novela Los esclavos a mi juicio, de pronto me equivoco, de lo que he leído de tu obra como que rompe un poco con el tema que manejas de la ficción fantástica y abordas un tema (tu me podrás decir) que para un escritor pudiera ser bastante desgastante anímicamente como es el tema del sadomasoquismo.
A.C. Esa novela la escribí haciendo una pausa, de otro libro que me estaba tomando mucho tiempo, un proyecto muy extenso, lo detuve y busqué otra cosa que hacer en principio como para descansar, para superar como un momento de estancamiento, un poco de crisis. Yo estaba buscando un tema que fuera inusitado, creo que en mucho de lo que he escrito hay la idea del poder pero nunca había estado en primer plano ni tampoco como despojado de este asunto de la imaginación explícitamente fantástica. 
Era extraer el asunto del poder y ver a donde me llevaba en una novela, en un texto totalmente distinto, mucho de lo que implica la escritura de un libro así es un proceso similar al que Yo he seguido para otros libros, la cuestión de la estructura, forma, fragmentos pequeños todo eso tiene que ver con lo que había estado trabajando en otros proyectos. Pero si existe la intención, no de dar un golpe de timón, ni de cerrar una  etapa pero si abrir un camino distinto y si se abrió. Alrededor de esta novela salieron otras historias donde se ven diferentes aspectos del tema del poder, lo cual ha enriquecido el trabajo posterior, pero mas que una negación es una búsqueda de algo más.
O.V. Yo no lo veía como una negación pero si como que corta un poco la línea que has seguido, aunque como tú dices me queda claro que ya manejabas el tema del poder, ahora que mencionas el hecho de que estabas en un momento donde requerías abrir otra vez tu panorama, me trae a la memoria uno de tus relatos del libro Estos son los días, en uno de ellos eres el escritor que habla de los personajes inacabados, los proyectos que no acabaron de cuajar y el cuestionarse ¿estoy siguiendo el camino correcto o estoy cayendo en mi zona de confort? 
A.C. Creo que me importa mucho no encasillarme y no quedarme como tu dices en una zona de confort de excesiva complacencia, si trato de evitar eso, todavía he intentado que los proyectos subsecuentes tengan algún tipo de interés o novedad, siempre lo he buscado, tal vez con Los Esclavos ésto es más pronunciado.
O.V. Lo que me gustó mucho de la edición de Los Esclavos fue ese manejo sutil de los tipos que le van dando personalidad a la historia ¿tú estuviste involucrado en la edición en ese sentido?
A.C. Si, en esa edición y la edición del libro que viene, de la otra novela que te contaba de la cual tuve que hacer una pausa, que por fin ya está terminada.
O.V. ¿cuál es esa novela?
A.C. Se llama La Torre y el Jardín, es un proyecto, para mi que escribo minificción, inusitado porque son más de 400 páginas de novela.
Siempre me ha interesado este asunto de la tipografía, parte del trabajo de estos dos libros ha sido ver hasta donde se puede llevar, con cierta intención de jugar con esta tipografía, de manera que la historia se enriquezca sin que se vuelva innecesariamente compleja.
O.V. Claro de hecho esto se relaciona con lo que hablábamos. Como el libro es un vehículo que tiene cientos de años, la tipografía es ese lenguaje con el que se puede jugar a la manera de un lienzo en blanco o partitura y es el punto que no ha podido cuajar en la parte digital.
A.C. ...Exacto
O.V. El sentirte lo suficientemente cómodo con la tecnología que dispones como para hacer este tipo de aporte que no son simplemente accesorios y que enriquecen la historia.
A.C. Exactamente, todavía falta que veamos la manera de que ciertos de los refinamientos más inusitados de la tipografía los puedas traducir al medio digital toda la poesía concreta de esta escuela brasileña que tomó elementos de Octavio Paz, los caligramas de Apollinaire, no hay manera, todavía no hay la herramienta apropiada para colocarlas  que al mismo tiempo tengan todas las prestaciones de lo digital y mantengan ese aspecto visual que las hace tan reconocibles. 
O.V. Muchas Gracias Alberto, esperamos que esta sea una puerta abierta para futuras conversaciones
A.C. Claro que sí,  un placer.