domingo, 3 de octubre de 2010

El gorila

Por Omar Villasana


Era el mes de mayo y el calor se volvía insoportable en la ciudad. Los jóvenes que se habían lanzado a las calles buscaban con afán dónde vaciar tanto calor contenido que ni los helados, las frutas ni las aguas frescas habían sido capaces de mitigar.
Deambulando sin rumbo se encontraron con lo que les parecía la entrada a un zoológico ¿o quizás un circo ambulante?
Su asombro no les permitía pasar de la primera jaula.
En ella habitaba un gorila de grotesca apariencia.
La bestia tenía la mirada perdida en el horizonte como en espera de que algún caos fuese desatado. Con parsimonia pero una gran tensión se movía de un lado al otro.
- ¡Mira, si sólo le falta hablar para parecer humano! gritó uno de los muchachos esperando una reacción del primate.
El Gorila se detuvo un momento para después continuar con sus pasos que no le llevaban a ninguna parte.
- ¡Yo creo que lo que tiene es hambre!
- ¡Para mí que tiene calor!
- ¡Tal vez sed!
Gritaron algunos al tiempo que le arrojaban sus helados, refrescos y frutas.
El gorila paró en seco, devolvió una furiosa mirada que dejó mudos a todos y con temor.
Contuvo su enojo con gran esfuerzo.
Todavía no era el momento de acuerdo a las órdenes que le habían sido giradas.
Atónitos, los jóvenes observaban como el Gorila se quitaba el casco, ponía a un lado el fusil mientras marcaba desde un teléfono público.
- Hola mi amor, ¿cómo están los niños? Yo también los extraño, no sé cuánto tiempo más durará el acuartelamiento, les mando muchos besos....

2 comentarios:

  1. Un excelente trabajo, con un lenguaje que no cede a la imagen fácil ni gratuita y lleva eficazmente el hilo discursivo desde el comienzo al final. Los recursos literarios empleados demuestran un muy buen manejo, sin abusos, dotando a la trama de una expresión sobria y a la vez efectiva, siempre en función del núcleo narrativo.
    Felicitaciones!
    Luis Benítez (Buenos Aires)

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  2. De la condición animal a la humana no hay gran diferencia en lo esencial: lo instintivo. Pero en la capacidad de poder imaginar y describir la realidad, el autor de este cuento, sin duda, se diferencia de los primates.
    Un abrazo
    Eduard

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