Las calles se desbordan.
Los alambres de púas que resguardan los cascos azules
evitando a toda costa que con las ruinas se construyan
escaleras que alcancen la muralla tan celosamente protegida.
Todo aquí es cuesta arriba.
La gente camina inmutable, ni tristeza ni enojo refleja su mirada.
Una curtida certidumbre de que el día a día es azaroso.
Blindados, subimos la pendiente.
Subimos.
Todo aquí es cuesta arriba.
Esta es la casa donde hace domicilio la paciencia.
Incansable la calle se desborda mañana y tarde.
Los zapatos, las cazuelas
todos temen volver a sus casas
la gente ha hecho de las calles su hogar.
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