miércoles, 13 de enero de 2010

El Librero Digital


Por Omar Villasana Cardoza

Borges escribió sobre un libro de arena que al hojearlo no presentaba ni principio ni fin, tal vez estemos cerca del Libro de Arena que Borges añoraba con los nuevos lectores digitales. Sin afán de hacer una apología ni del libro tradicional ni de las nuevas opciones que nos ofrecen los lectores digitales vale la pena hacer unas cuantas reflexiones al respecto.
Yo, como tantas otras personas que aman la lectura y al libro como objeto en ocasiones me encuentro con sentimientos encontrados respecto a la nueva tecnología. Tal vez y en gran medida, se debe a que ésta se encuentra en pañales. Existe un enorme goce estético cuando uno tiene en sus manos una hermosa edición en pasta dura, el peso del libro, la tipografía e incluso el aroma de las hojas nuevas o viejas implican un viaje de por sí.
El lector digital está dando pasos firmes en su búsqueda por igualarse como un objeto per se. Basta con ver el diseño del nuevo Nook de Barnes & Noble así como las cubiertas disponibles para éste, el lector de Sony o el Kindle 2 de Amazon.
Pero el lector digital es también un librero o un estante donde se pueden almacenar miles de ejemplares y he aquí algunas de sus bondades y defectos. Además de los libros gratuitos que se pueden descargar de Google y otros sitios disponibles por Internet como Feedbooks.com o LIBROdot.com las novedades editoriales están restringidas a la plataforma que uno haya seleccionado. Es como comprar un librero en el que solamente pudiera guardar libros comprados en Books & Books pero no los adquiridos en Borders o cualquier otra librería.
Hasta el momento Amazon lleva la delantera en cuanto a publicaciones recientes en su tienda para Kindle y me parece que no faltará mucho tiempo para que las novedades editoriales sean disponibles en todas las plataformas sin importar en donde se hayan comprado, es evidente que ésta es una limitante de tipo comercial y no tecnológica. En este rubro están fuertemente mezclados los intereses de los autores, editoriales y las empresas que comercializan los lectores digitales.
Como lectores nos fascina la idea de poder descargar libros gratuitos pero como autores o editores buscamos defender derechos de autor y obtención de ganancias y regalías. Basta con mencionar el caso de las editoriales francesas que ganaron la demanda contra Google por reproducir libros sin autorización.
Un aspecto preocupante es el aparente descuido por parte de las editoriales en español de hacer accesibles sus contenidos en los lectores digitales y me refiero a las novedades literarias o reimpresiones que no se encuentran en Amazon, Sony o Barnes & Noble.
Se puede argumentar que el precio de los lectores digitales es prohibitivo (en promedio $250), pero basta recordar que hace poco tiempo las computadoras portátiles y los teléfonos inteligentes resultaban igualmente onerosos y hoy día se han vuelto comunes. Aunque el libro como objeto no dejará de tener un puesto por si mismo el no aprovechar las nuevas tecnologías podría afectar a ciertas editoriales como el caso análogo de la empresa Kodak que pensó que la fotografía digital difícilmente desplazaría a la película fotográfica.
En mi casa ya no hay espacio para más libros y el poder tener un librero digital con una capacidad de miles de ejemplares y la facilidad de sostener todos ellos con una sola mano tiene un cierto encanto que no puede despreciarse fácilmente.

viernes, 8 de enero de 2010

Mujer de Morningside

Por Almilcar Barca


Lleva el peso de una noche
junto al reflejo azulado de la noche.

Recoge de unos pasos la inquietud
y medita a ciegas su razón.

Con las sombras del día recogidas
sobre el lecho de un río dormido
atraviesa un puente levadizo
con el vuelo de su falda entre los dedos.

Junto a esta historia abatida

de humedad y podredumbre,

una ciudad despierta en domingo

con la bruma merecida del verano.

En la habitación de una casa común

una toalla se entristece al usarse

mientras un hombre revienta en su celo

desayunando el mar y la niebla

que una mujer ha dejado solitaria

bajo el agua hirviendo de la ducha